¿Recuerdan el grupo de amigos con el que siempre perdían sus fines de semana antes de que el mundo adulto se posicionara en sus mentes? Yo lo tuve. No lo digo porque hayan muerto, sino porque todos crecimos y somos adultos con vidas, ocupaciones y direcciones diferentes.
Hans, Josseline, Estefany, Gaby, Omar, Renata, mis hermanos y yo.
No cambiaría en ningún momento la historia que tuvimos, porque tuvimos una gran historia. Juntos reímos, lloramos, viajamos, peleamos y nos defendimos. En más de una ocasión nos vimos atacados, queriendo ser separados, sembrando rencor en nuestras mentes y corazones. En más de una ocasión tuvimos que defender a alguien de la banda queriendo ser lastimado. Muchas veces tuvimos que ayudar a alguno de nosotros. Muchos pasteles de cumpleaños y navidades comiendo juntos.
Casi todos los fines de semana por casi siete años, nos congregábamos en los mismos lugares: en el colegio donde estudiaba o en la casa de la chica que vivía cerca de ese colegio. Nuestra relación con los dueños de ese colegio nos dieron acceso total muchas veces. Los fines de semana vivíamos moviéndonos en esas tres calles.
Esas tres calles fueron testigos de nuestra aventura juntos. De como veíamos el atardecer juntos. De cómo nos sentábamos en la acera a conversar y reír. De cuando celebramos el cumpleaños de alguno de nosotros y de cómo la mamá de la chica pegajosa del grupo siempre nos abría la puerta de su casa que se inundaba de nuestra sonrisas y en ocasiones, de lágrimas también.
Aún recuerdo la ocasión en que nadie viajó durante el verano y contra todo pronóstico nos reunimos. Ambientamos un salón para una actividad para el día siguiente y durante esa tarde bailamos merengue, jugamos a la lucha libre y realizamos una divertida boda con un vestido de novia hecho de bolsas de basura y una extraña dama-chico de honor. Nunca olvidare esa tarde.
Tampoco olvidaré la vez en que nos atrevimos a salir de la ciudad por tres días. Preparamos todo e invertimos todo para desconectarnos del mundo y conectar entre nosotros, la naturaleza y Dios. Algo inolvidable. Recuerdos inolvidables.
Hoy cada quien vive en su mundo, con sus propios sueños, temores y recuerdos. Todos tienen vida propia y cada quien está navegando hacia un futuro prometedor. Pero donde quiera que estén nuestros recuerdos vivirán juntos siempre.
Comentarios
Yo pensaba que ibas a hablar de lo mucho que te habian gustado o algo así, no de amigos de la infancia. Debe ser que mañana vuelvo a trabajar y no estoy muy despierta.