Las dudas no son malas, al contrario son buenas.
No hablo de desconfiar, hablo de dudas. La desconfianza se presenta cuando algo o alguien no parece tener intenciones buenas. La duda es algo más profundo que mera desconfianza.
La duda es buena porque activa nuestra curiosidad, nuestro deseo de explorar. La duda es el camino al conocimiento. Si no dudáramos en algún momento nunca tendríamos experiencias nuevas, seríamos auténticos humanoides autómatas que solo respiran y comen.
Mucha gente confunde la duda con la desconfianza. En especial los hombres. Los hombres en ocasiones dudan sobre si mismos si tienen lo que se requiere de un hombre, pero esa no es duda, eso es desconfianza. Un hombre que duda de sus acciones en realidad no confían en sí mismo y si no puede confiar en sí mismo, intentará depositar su confianza en cosas materiales o en otras personas.
A diferencia de la desconfianza, la duda existe en cosas más profundas. La duda radica en aquellas acciones que desconocemos todavía el resultado de ellas ¿Qué ocurre si abandono mi empleo? ¿Que sucede si invito a salir a esa chica? ¿Que pasará si viajo durante un año entero? Hay que notar que en las preguntas anteriores no existe desconfianza, simplemente duda.
Nuestros deseos de vivir aventuras despertarán dudas en nuestros corazones, pero junto a ellas aparecerá la desconfianza tratando de bloquear la duda y esconderla bajo un temor ¿Si abandono mi empleo moriré de hambre? ¿La chica me aceptará por ser feo? ¿Podré visitar todos los lugares que quiero sin quedarme sin dinero? Estas preguntas traen consigo a la desconfianza y eso bloquea nuestro avance.
El primer paso es quitarse la desconfianza de encima. Una vez sepamos confiar en que podremos salir de las situaciones de una u otra forma, entonces podremos abrir paso a esas dudas que nos impulsan a querer saborear nuevas cosas.
¿Intentarán hacer algo nuevo después de leer esto?
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un besazo