Cuando alguien que no es de nuestro total agrado siempre le observamos a una distancia razonable o creamos una pseudo distracción para ignorar que le conocemos de alguna forma. Lo gracioso es que tratamos de esquivar lo inevitable: entablar una conversación totalmente incómoda con esa persona.
Otra situación común es el toparnos con alguien conocido y no recordar en donde le conocimos o le vimos; en casos extremos olvidamos cual es su nombre y ese tipo de datos relevantes. Con mucha astucia intentamos reparar el daño preguntando "¿como estas? ¿estudiando? ¿del trabajo?" cosas irrelevantes, para evitar declarar nuestro olvido.
Lo que ocurre con muy poca regularidad es toparnos con alguien que si conocemos y que llegamos a apreciar en un punto. Es muy raro que nos topemos con las personas que sí merece la pena verlos y charlar, por muy poco que sea.
Es aún más raro, toparse con dos personas al mismo tiempo. Pero lo cierto es que cuando ocurre, es como el efecto del desierto, cuando la lluvia cae, por muy poca que sea, siempre viene a hacer buenas cosas.
Comentarios