¿Ha ocurrido alguna vez en que te encuentras dentro de un grupo de personas que tienen cierta relación, que en mayoría se conocen ellos y tu no, tienen una plática muy divertida y no tienes absolutamente nada que decir?
Les puedo asegurar que he pasado por eso miles de veces.
Es muy difícil encajar dentro de una conversación, sobre todo si es de tipo profesional (o mejor dicho de personas con las que se suponen se realizará alguna tarea). Pero en otra situación, también ocurre lo mismo.
Esta situación, no es el conocido "silencio incómodo" que sucede después de un rato de risas entre un grupo de personas con orígenes diferentes (amigos, familia, compañeros, novios, etc). Es diferente, porque la mayoría de "ellos" sí se conocen, pero tu entras en un grupo del que no sabes casi nada y te envuelven y no tienes absolutamente nada que decir.
Hace poco, estuve en una reunión de trabajo en donde en mi limitada capacidad, tenía la idea de que podría manejar muy bien el tema con personas de calibre ejecutiva. ¿Cual fue mi sorpresa? Al sentarme en la misma mesa, no tuve nada que aportar, salvo el reporte que tenía que exponer. ¿Me sentí avergonzado? Por supuesto, sentí que debía aprender más sobre las relaciones interpersonales.
Para nadie que me conozca es un secreto que no soy bueno para iniciar conversaciones y menos aún, con personas que no conozco. A veces utilizo de escudo a alguien que conozcan, para entablar conversaciones y en otra simplemente, me ajusto el cinturón y a lo que venga.
En todo caso, es tiempo de apretar y tener valor para hablar.
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