El síndrome del Silencio Incómodo, es una extraña enfermedad que todos los seres humanos sin excepción padecemos. Se manifiesta regularmente cuando estamos en una conversación con una o varias personas, y aparece de repente.
El ejemplo típico es durante las reuniones familiares, en especial durante las cenas. Las conversaciones fluyen con naturalidad y fluidez durante mucho tiempo, al llegar al clímax estallan las carcajadas que terminan en un absoluto silencio que dura unos segundo segundos. Luego el ciclo se inicia de nuevo.
Pero hay casos más graves. Estos se presentan en especial durante la conversación en pareja. Los hombres especialmente sufrimos de este trastorno. Se manifiesta cuando un hombre logra entablar una conversación con una persona del sexo opuesto. Durante los primeros minutos, es posible lograr una conversación fluida que termina en un silencio que puede durar poco o mucho tiempo, sobre todo si se está nervioso.
Los silencios incómodos no resultan dañinos para nadie, pero sí que tienen la capacidad de hacernos golpearnos el rostro con la mano, o chocar nuestras cabezas contra el espejo, o querer ser tragados por la tierra. También tienen la capacidad de sentirnos arrepentidos por no habernos atrevido a decir lo que queríamos decir en ese momento o peor aún, arrepentirnos de lo que dijimos después de ese silencio incómodo.
También es válido decir que a veces los silencios incómodos se producen por algo que dijimos y que salió de nuestras bocas de forma muy distinta a como estaba en nuestro cerebro. Así los silencios incómodos resultan más incómodos.
Hay quienes aprenden a manejar estas situaciones, hay quienes no. Hay quienes huyen de las conversaciones para evitar ponerse en una situación incómoda. Hay quienes planifican sus conversaciones para evitar los silencios incómodos y, como no, también hay quienes prefieren concluir una conversación cuando se presentan los primeros síntomas. Lo más importante para sobrellevar los efectos del silencio incómodo es estar convencido de que son temporales.
Además del hecho de que nadie morirá por los silencios incómodos, algo importante es que no se trata de tener la mejor conversación del mundo, sino una conversación auténtica. En las conversaciones auténticas hay muchos silencios, pero ninguno es incómodo. De hecho, la mejor forma de aprender a manejar los silencios incómodos es teniendo conversaciones auténticas.
Y la pregunta del millón ¿cómo puedo tener una conversación auténtica? Sencillo, es lo que sale del corazón.
Por eso, cuando hables con una chica nueva o un chico nuevo no intentes controlar la conversación con temas especializados o frases filosófica, solo hay que hacer lo que el sentido común nos dicta: hacer preguntas a la otra persona y responder lo que nos pregunten.
Sencillo ¿no?
Comentarios