La vida siempre es incierta. Todos tenemos el síndrome del Anualus prometetus (que acabo de inventar) que se representa en las metas y propósitos que nos planteamos cada fin de año con la intención de cambiar o hacer algo nuevo con nuestras vidas. Tenemos el impulso de hacer algo nuevo, hacer algo divertido, algo arriesgado, algo salvaje, algo aventurero. Está escrito en nuestra esencia. Somos curiosos por naturaleza y de allí que siempre nos propongamos cosas nuevas.
Puede ser por una, por varias o por ninguna razón lógica, pero nunca terminamos de hacer lo que prometimos que haríamos. Cada diciembre lo despedimos con nostalgia y después de la media noche y su respectivo beso y abrazo, nos entusiasmamos con todo lo que tenemos pensado hacer ¿Qué sucede en el camino? Nadie parece saber la razón, pero a medio año, ya la mayoría han descartado una o dos cosas de su lista. Al final hacemos un recuento y terminamos posponiendo lo que no hicimos.
Incontables listas han sido escritas, reescritas, recicladas y desechadas por muchos. A algunos les molesta no poder terminar algo; otros se entristecen o deprimen; algunos otros pierden la cabeza y a unos cuantos no les importa. Pero como en todo asunto humano, las cosas nunca son fáciles de lograr y mantener. Si fuéramos una organización o un banco sería mas fácil, pero no, somos personas individuales así que a menos que seamos muy disciplinados no lo lograremos.
De algo hay que estar muy seguros y es que las cosas nunca salen como lo planeamos. Hace ya más de un año escribí una lista de las cosas que quería hacer durante el 2011 ¿Cuantas hice? Pues la verdad ni recuerdo que prometí, pero eso no me quita el aliento ni tampoco me desanima.
Una de las mejores cosas que me han dicho y que siempre me da ánimo vino de una amiga el día de mi cumpleaños que dijo "si las cosas no salen como lo planeaste, no te deprimas, siempre pasa así..." así que, si las cosas no salen como lo planearon...
Comentarios
El año que pasó no fue uno de los mejores para mi, pero por algo fue. Ahora es cuestión de mirar para adelante y a pesar de no tener grandes propósitos, cumplir los pequeños y volverlos mayores.
Un abrazo y feliz dos mil doce!.