Pero lo cierto es que lo que pocos han notado es que los tan famosos Príncipes Azules, son bien azules pero no tan príncipes hasta que encuentran a una princesa.
Es cierto que pocos lo han visto de esa forma, pero en las historias de princesas vemos a un Príncipe Azul venir de la nada y luchar contra dragones, brujas o taxistas groseros con tal rescatar a la chica. Pero nadie sabe de donde vienen y (aunque lo nieguen) nadie sabe que son príncipes sino hasta el final de la película cuando se están casando.
No es que el Príncipe Azul no exista, sino que no es un príncipe hasta que lograr rescatar a la chica.
Para ser Azul no se requiere tanta ciencia. Los hombres somos naturalmente Azules: sedientos de aventura, con ganas de pelear una batalla y sobre todo, anhelando rescatar a una chica. Tener caballos no es necesario, ser alto tampoco lo es. Ser muy rico o muy apuesto, tampoco es indispensable. Lo único que se necesita para ser Azul es ser un hombre... pero un hombre de verdad.
¿Y la princesa? Eso no debe preocuparnos. Porque cada día frente a nuestras narices hay cuando menos una princesa anhelando ser rescatada.
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