Las usan para todo: para vender lápices y automóviles; para anunciar golosinas y vacaciones; facturar seguros o una excitante fiesta nocturna. Las usan para todo y todos parecen aceptarlo, incluso ellas (no todas, por supuesto).
Fueron provistas de una fortaleza natural: son hermosas. Desde chiquillas sonríen e iluminan la vida de muchos. Crecen y se convierten en seres cautivadores de mentes y corazones. Cada día son responsables de que los humanoides masculinos suspiremos por ellas (especialmente si son morenas).
¿Cómo traduce el mundo esa hermosura? No lo sé con certeza. Lo cierto es que adonde quiera que volteo veo cuerpos y rostros casi perfectos que me invitan a soñar. Entonces veo detenidamente a las mujeres a mi alrededor, con mis engañosos ojos descubro que todas son imperfectas, por lo tanto, perfectas.
Algunas de ellas se esfuerzan cada día por ser más hermosas y complementa su belleza natural con ornamentos que compensan la falta de perfección. No tiene nada de malo querer ser más hermosa. Algunas lo logran. Otras no tanto. Pero todas lo intentan, a su manera.
¿Quien habrá de pensar que dentro de cada mujer, por encantadora que se vea, siempre estará la pregunta de si es lo suficientemente hermosa?
En mi limitada capacidad masculina de percibir cosas donde no están, intento descifrar que intenta decir sin palabras la chica que tengo enfrente. A veces vacilo por temor a equivocarme y a veces por miedo al rechazo me resisto, pero mi ojos siempre intenta preguntas ¿cómo te sientes hoy?
Si la reacción que obtengo es un "gracias" y una sonrisa, se que el día de hoy ha valido la pena, aunque esa chica no esté interesada en mi o yo en ella. Me siento bien conmigo sabiendo que hice sentir bien a una chica, aunque sea diciendo algo y si no digo nada, es cuando estoy más cobarde de costumbre.
Y frente a mi cobardía, están aquellas 140 mujeres que un 25 de marzo que murieron en un incendio cuando trabajaban. Solo resta preguntarse ¿las mujeres son solo hermosas? Creo que hay más... siempre habrá más.
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