Los humanos no somos iguales a los animales. Por más que intentemos crear analogías morales, no nos parecemos a los animales. Ningún animal querría compartir aspectos similares con nosotros. Si pensaran igual que nosotros, definitivamente habría suicidios en masa de animales tirándose de un puente, ahorcándose o con sobredosis de alimentos o aguas contaminadas. Pero no, eso es lo bueno, no piensan como nosotros.
Los animales tienen esa desventaja natural, de no ser racionales. Sin embargo, los humanos tienen el privilegio de tener una mente racional, pero la mayoría se da el lujo de actuar irracionalmente.
Aquí es donde vemos a todos aquellos novios que siempre están llorando por todo. También las chicas que viven inconformes con su aspecto o forma de ser. Todos tenemos cierto grado de irracionalidad a la que nombramos cariñosamente como inmadurez.
La inmadurez viene de nuestra mente y principia en algo conocido en el mundo de los negocios como paradigma: una certeza incontrovertible o en lenguaje popular "y vuelve la burra al trigo". Se trata de todo aquello que aceptamos e incorporamos a nuestra mente, ya sea bueno o malo, para formar nuestra conducta ante determinada situación.
Por ejemplo, estoy desenvolviendo un caramelo, al sacarlo del empaque se resbala de mis manos y acaba en el suelo cerca de mis zapatos. Los animales actuarían de inmediato recogiendo de nuevo el caramelo, pero nosotros entramos en un estado en donde debemos decidir recoger el caramelo y comerlo o dejarlo tirado porque puede tener bacterias.
Claro, hay miles de ejemplo, pero para cuestión de este post, diremos que la mayoría de nuestra conducta está predeterminada por estas cosas que a veces benefician y a veces no.
La mente es una de las enemigas más despiadadas. Primer meta: empezar a identificar mis paradigmas.
Comentarios