Como explicaba ayer, mi familia ha tomado la comunicación como uno de los principios fundamentales que nos ayudan a superar las dificultados de una mejor manera. En tiempos como estos, es bueno siempre tener alguien que tenga más experiencia del mundo y que sepa dar consejos.
La otra regla en casa es que no existen secretos. Si, tal como leyeron, en mi casa nadie tiene secretos. No porque no se pueda, sino porque nunca han sido necesarios.
Mi madre siempre ha tenido el pálpito para descubrir secretos, así que de chicos nos era imposible ocultar algo. Siempre nos descubrían. Pero al contrario de recibir una tanda de latigazos, se nos orientaba a que no ocultáramos esas cosas, porque tarde o temprano sale a la luz, o como diría el dicho popular "más vale un rato colorado que mil descolorido"
Después de comprendido el tema, nos dimos cuenta que no valía la pena ocultar las cosas. Así que cultivamos el hábito de siempre discutir nuestros problemas en familia, por muy molesto o vergonzoso que fuera. Además, la costumbre de tener conversaciones largas después de las comidas hace todo el asunto más llevadero para nosotros.
Si alguna vez se preguntaron porque hay tantas personas amargas caminando por la calle es sencillo, no tienen con quien platicar o lo han hecho con alguien que no ha sabido cerrar la boca con el asunto y van con el chisme a otro lado. Así es como las personas pierden la fe en otras personas. No hay alguien en quien confiar. No se sienten escuchados y mucho menos comprendidos. Se sienten solos.
El reto que tiene toda persona es cerrar la boca y escuchar a alguien más, porque las personas en el mundo están ansiosas por ser escuchados y necesitan alguien en quien confiar ¿Eres alguien confiable?
Comentarios