El primer nivel de madre es el biológico. Ya lo planteaba de forma trágico-cómica la Bruffinelli en esta publicación. Requiere de un gran esfuerzo físico, emocional y espiritual, soportar a una criatura que pasa de un par de células microscópicas a un niño de poco menos de 10 libras, que se alimenta y vive exclusivamente de su madre. El dolor y el desgaste que sufre una madre al dar a luz no puede ser calculado por ninguna mente masculina.
Es admirable lo que una mujer debe de soportar para que un niño nazca y es más admirable aún si llega a sumar 1 o 2 hijos más. Ese tipo de dolor no lo aguantaría un hombre, ni aunque le pagaran por ello. Sin embargo, a pesar de todo lo que sufre una mujer por dar a luz, ese es sólo el principio de la maternidad. Después de dar a luz, un niño debe ser criado para que crezca hasta convertirse en una persona saludable y productiva. Acá es donde muchas mujeres no dan la talla.
No porque una mujer haya dado a luz se convierte en mamá criadora. La madre criadora es el segundo nivel de madre y el primero de maternidad: la más exigente tarea de una mujer en esta tierra. Esta es a la que conocemos comúnmente como madre.
El esfuerzo y el desgaste que tiene una madre para criar a un niño desde que nace hasta que cumple 12 años, no tiene comparación alguna con dar a luz. Si dar a luz es extremadamente doloroso, lo es más ver como un hijo llora porque está enfermo y no saber qué es lo que siente. Aún más doloroso es saber que tu hijo nació con alguna enfermedad que hará que tenga cuidados especiales de por vida. Sin embargo, una verdadera madre siempre resiste ese dolor y da todo lo que puede para criar a una persona.
Es triste ver que muchas mujeres tienen la habilidad de dar a luz y no cuidan de sus pequeños, mientras que otras desean niños pero les es físicamente imposible hacerlo.
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