Con dificultad abrió los ojos, mientras el primer suspiro saludo a su blanca almohada, el bulto de colores que resalta en la habitación, ll chillar de los resorte y lo rasposo de la piel sobre la cama, se percibe un silencio triste. La radio apagada, sin el canto de avecillas, ni el cantar de los gallos. Una noche silenciosa y oscura. El frío ingresa por la minúscula abertura entre la puerta y el suelo amarillo. Suena la chapa y al abrir, se observa un paisaje oscuro, tal y como lo fuera el moreno suelo de la playa a unos kilómetros de ese lugar, pero en los escasos metros del patio. Platos, vasos, ollas, cafeteras, todo cubierto un noche anterior por su angustiada madre, la flores y plantas cercanas pudieron salvarse, las demás no. Las rosas recién plantadas regadas sobre el suelo y una alfombra oscura entre sus pétalos. Se preparó para trabajar como todos los días: una ducha, ropa limpia, una taza de café y panecillos. Alistó sus herramientas y salió a montar el colectivo que todos ...